METÁFORA Y ORDEN CONCEPTUAL EN LA POESÍA DE GONZALO ROJAS
La tradición poética hispanoamericana alcanza su auge en el siglo XX con la obra de autores como César Vallejo, Pablo Neruda y Octavio Paz. Significó, en gran medida, un cuestionamiento de la primacía de la estética modernista y un alejamiento de los modelos hispánicos. Ello trajo consigo una internacionalización de la poesía hispanoamericana, pues Rubén Darío influyó poderosamente en la poesía peninsular, y Neruda fue una presencia importante a partir de la publicación de Residencia en la tierra en los años treinta.
Sin embargo, hay otros autores que no han merecido la atención que se merecen. Tal es el caso del poeta chileno Gonzalo Rojas (Lebu, 1917), quien es autor de La miseria del hombre (1948), Contra la muerte (1964), Oscuro (1977),Transtierro (1979), Del relámpago (1981), 50 poemas (1982), Materia de testamento (1988), Desocupado lector (1990), entre otros. Como dice Eduardo Milán, “Si se tratara de hacer justicia, Gonzalo Rojas debería estar situado al lado de poetas de la talla de un Octavio Paz o de un Lezama Lima”[1]. De otro lado, Julio Ortega afirma acerca de la obra de Rojas lo siguiente: “Poesía de deslumbramientos e interrogaciones, cuestiona los órdenes del discurso con su tensión expresiva auscultante, dice los estados límites del saber poético, y alienta en diálogos con las materias vivas del mundo”[2]
Quisiera concentrarme en el primer libro de Rojas y, particularmente, en el poema “La lepra” porque ése constituye una crítica del saber académico institucionalizado. En efecto, La miseria del hombre se sitúa en un contexto donde se practicaba en Hispanoamérica una escritura posvanguardista y otra neovanguardista. La primera implica la asimilación de la lírica neosimbolista francesa del siglo XX y de componentes figurativo-simbólicos de la escritura de Rilke; la segunda, la recuperación de legado surrealista a través del concepto de imagen que tenía Breton, pues el poeta, para éste, era un racimo de metáforas de resonancias inconscientes que se encadenaban una tras otra.
Asimismo, en los años cuarenta, comienza a difundirse la concepción de “literatura comprometida” a partir de los planteamientos de Jean Paul Sartre, hecho que se va a evidenciar en Canto general (1950), de Neruda. Hay una preocupación, en esos años, por la reflexión histórica acerca de la identidad nacional, lo cual se manifiesta en ensayos como El laberinto de la soledad (1950), de Paz, obra que entra en conexión con un poemario fundamental en la época: La estación violenta (1954).
I.TEMAS Y METÁFORAS EN LA MISERIA DEL HOMBRE
Uno de los temas fundamentales del libro es el poeta como descifrador de las manchas del mundo y, por ese hecho, se halla condenado y privado de la libertad:
Condenado a pan y agua
por descifrar las manchas de este mundo,
veo correr al hombre desde la madre al polvo,
como asqueroso río de comida caliente
que inunda los jardines, los cementerios, todo,
y arrasa con la vida y con la muerte.
Además, el poeta está literalmente debajo de los signos tumultuosos porque parece que estuviera sumergido en el lenguaje, desde cuya posición habla al mundo.
Otro de los ejes temáticos esenciales es el tiempo que es concebido como un verdugo que habita la interioridad del yo poético. El rostro del tiempo es múltiple y parece aludir a una característica de la modernidad, según Octavio Paz: la heterogeneidad. Haciendo alusión al tiempo, Rojas afirma: “¿Quién me arroja al vacío/ cuando respiro? ¿Quién/ es mi verdugo adentro de mí mismo?”
Un tercer tema es la muerte. Al respecto, el yo poético pone de relieve que el cuerpo (léase gozar, dormir y comer) es inútil si aparecen, imponentes, las formas de la muerte. A veces, se manifiesta una leve ironía en relación con ésta:
Me divierte la muerte cuando pasa
en su carroza tan espléndida, seguida
por la tristeza en automóviles de lujo:
se conversa del aire, se despide
al difunto con rosas.
Cada deudo agobiado
halla mejor su vino en el almuerzo.
II.ANÁLISIS DE “LA LEPRA” http://www.gonzalorojas.uchile.cl/estudios/may1-6.html (texto completo del poema)
Este poema, a lo largo de sus nueve estrofas, configura una alegoría grotesca acerca de cómo el saber institucionalizado, personificado en el profesor de Retórica, disecciona las obras más importantes de la literatura universal y hace que éstas se conviertan en cadáveres. El poema relata los sucesos de una clase de Retórica, cuyo profesor representa el saber autoritario (no dialógico) que transforma las obras literarias en desperdicios y cadáveres. El conocimiento supuestamente científico es recusado por el poeta, pues considera que aquél se aleja de la vida y conduce a la inautencidad, la crisis de valores y la deshumanización. Veamos cómo se articulan las metáforas a esta desmitificación del saber oficial que realiza Gonzalo Rojas en “La lepra”.
Tenemos una primera metáfora en la expresión “Ceremonia del Juicio Final” para aludir a la clase de Retórica y ello implica una decisión ideológica del poeta, quien pone de relieve no sólo la naturaleza ritual de aquello que se realiza en un aula universitaria, sino también que la ceremonia se asocia a un evento trágico de la civilización occidental: el Juicio Final. Otra metáfora está en la segunda estrofa cuando se dice “para ilustrar su tesis con la luz del ejemplo”, donde se observa la intencionalidad irónica del poeta, pues para éste el ejemplo no es sinónimo de luz sino de oscuridad.. En la cuarta estrofa, observaremos otra metáfora: los puntos de vista de la crítica son “pobres cuencas vacías” y allí se percibe que la idea de pobreza y vaciedad implica la deshumanización y la crisis de valores que preponderan en la clase. En la octava estrofa, el poeta afirma metafóricamente: “la vida y la belleza/ eran un plato de carne podrida”, ya que los versos se convierten en objetos de estudio desgajados (léase separados) de la rica dimensión de las relaciones intersubjetivas.
Sobre la base de esas metáforas, se plantea una alegoría grotesca que tiene visos de una cierta carnavalización. En efecto, una alegoría es una estructura por la cual un conjunto de elementos del Mundo1 entra en correlación con los componentes del Mundo2. El profesor de Retórica (Mundo 1) representa a un sacerdote (Mundo 2) y hace su clase (Mundo 1) que es una misa (Mundo 2). La ruptura se produce en el hecho de que en vez de transformar el vino en la sangre de Cristo y el pan, en el cuerpo del Salvador, se produce, paradójicamente, una extraña transformación: el profesor de Retórica convierte las obras de los grandes escritores en cadáveres y bazofia. Los alumnos (Mundo 1) que representan a los fieles (Mundo 2) no se van abrumados por la paz del Señor, sino que comienzan a percibir en el aire un olor a podredumbre en el aula a pesar de que el Profesor les exigía aprender de memoria ese conocimiento supuestamente “científico”. El yo poético tiene que optar por el silencio y la incomunicación para evitar contagiarse con la lepra:
Yo tuve que cortarme la lengua en la raíz
para librarme de la lepra
“La lepra” constituye, per se, una crítica del saber académico que, lejos de humanizar las relaciones intersubjetivas, convierte las grandes obras de la literatura universal en textos inservibles que sirven para que los profesores de literatura humillen a sus alumnos y expresan su soberbia al creerse poseedores de un saber absoluto e irrefutable.
Pienso que en este poema hay una característica medular de la poesía moderna: la desmitificación. Charles Baudelaire desmitificó la idea de que la ciudad moderna implicaba progreso y vio en la racionalidad instrumental una de las grandes lacras de la humanidad. Arthur Rimbaud desacralizó dos grandes mitos de la civilización occidental: la democracia y el saber científico. Los surrealistas, por su parte, derribaron la idea de la racionalidad científica como la única que pudiera lograr la felicidad del hombre en la tierra y se acercaron a discursos como los del loco, del niño o del ebrio. Gonzalo Rojas se inserta en esa tradición desacralizadora de la poesía moderna, pues recusa la idea de un saber académico, alejado del universo rico de las relaciones intersubjetivas.
III.CODA
Gonzalo Rojas es uno de los grandes poetas hispanoamericanos porque su poesía si bien bebió de la influencia surrealista, supo alcanzar una dicción propia y logró un perfecto equilibrio entre dos ejes: la metáfora y la lírica conversacional. A partir de las metáforas establece un determinado orden conceptual, pero, a la vez, hay un tono coloquial que, articulado al empleo de la ironía, permite reestructurar, creativamente, los aportes de las vanguardias europeas. Por eso, quisiera terminar con los siguientes versos de Gonzalo Rojas:
Oh Tiempo. Rostro múltiple.
Rostro multiplicado por ti mismo.
Sal desde los orígenes de la música. Sal
desde mi llanto. Arráncate la máscara riente.
Espérame a besarte, convulsiva belleza.
Espérame en la puerta del mar. Espérame
en el objeto que amo eternamente.
NOTAS
[1] Milán, Eduardo. “Recado desde México: la voz de un gran poeta” (prólogo). En: Rojas, Gonzalo. Antología de aire. México, Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 9.
[2] Ortega, Julio. Antología de la poesía hispanoamericana. México, Siglo XXI, 1987, p. 140.
La tradición poética hispanoamericana alcanza su auge en el siglo XX con la obra de autores como César Vallejo, Pablo Neruda y Octavio Paz. Significó, en gran medida, un cuestionamiento de la primacía de la estética modernista y un alejamiento de los modelos hispánicos. Ello trajo consigo una internacionalización de la poesía hispanoamericana, pues Rubén Darío influyó poderosamente en la poesía peninsular, y Neruda fue una presencia importante a partir de la publicación de Residencia en la tierra en los años treinta.
Sin embargo, hay otros autores que no han merecido la atención que se merecen. Tal es el caso del poeta chileno Gonzalo Rojas (Lebu, 1917), quien es autor de La miseria del hombre (1948), Contra la muerte (1964), Oscuro (1977),Transtierro (1979), Del relámpago (1981), 50 poemas (1982), Materia de testamento (1988), Desocupado lector (1990), entre otros. Como dice Eduardo Milán, “Si se tratara de hacer justicia, Gonzalo Rojas debería estar situado al lado de poetas de la talla de un Octavio Paz o de un Lezama Lima”[1]. De otro lado, Julio Ortega afirma acerca de la obra de Rojas lo siguiente: “Poesía de deslumbramientos e interrogaciones, cuestiona los órdenes del discurso con su tensión expresiva auscultante, dice los estados límites del saber poético, y alienta en diálogos con las materias vivas del mundo”[2]
Quisiera concentrarme en el primer libro de Rojas y, particularmente, en el poema “La lepra” porque ése constituye una crítica del saber académico institucionalizado. En efecto, La miseria del hombre se sitúa en un contexto donde se practicaba en Hispanoamérica una escritura posvanguardista y otra neovanguardista. La primera implica la asimilación de la lírica neosimbolista francesa del siglo XX y de componentes figurativo-simbólicos de la escritura de Rilke; la segunda, la recuperación de legado surrealista a través del concepto de imagen que tenía Breton, pues el poeta, para éste, era un racimo de metáforas de resonancias inconscientes que se encadenaban una tras otra.
Asimismo, en los años cuarenta, comienza a difundirse la concepción de “literatura comprometida” a partir de los planteamientos de Jean Paul Sartre, hecho que se va a evidenciar en Canto general (1950), de Neruda. Hay una preocupación, en esos años, por la reflexión histórica acerca de la identidad nacional, lo cual se manifiesta en ensayos como El laberinto de la soledad (1950), de Paz, obra que entra en conexión con un poemario fundamental en la época: La estación violenta (1954).
I.TEMAS Y METÁFORAS EN LA MISERIA DEL HOMBRE
Uno de los temas fundamentales del libro es el poeta como descifrador de las manchas del mundo y, por ese hecho, se halla condenado y privado de la libertad:
Condenado a pan y agua
por descifrar las manchas de este mundo,
veo correr al hombre desde la madre al polvo,
como asqueroso río de comida caliente
que inunda los jardines, los cementerios, todo,
y arrasa con la vida y con la muerte.
Además, el poeta está literalmente debajo de los signos tumultuosos porque parece que estuviera sumergido en el lenguaje, desde cuya posición habla al mundo.
Otro de los ejes temáticos esenciales es el tiempo que es concebido como un verdugo que habita la interioridad del yo poético. El rostro del tiempo es múltiple y parece aludir a una característica de la modernidad, según Octavio Paz: la heterogeneidad. Haciendo alusión al tiempo, Rojas afirma: “¿Quién me arroja al vacío/ cuando respiro? ¿Quién/ es mi verdugo adentro de mí mismo?”
Un tercer tema es la muerte. Al respecto, el yo poético pone de relieve que el cuerpo (léase gozar, dormir y comer) es inútil si aparecen, imponentes, las formas de la muerte. A veces, se manifiesta una leve ironía en relación con ésta:
Me divierte la muerte cuando pasa
en su carroza tan espléndida, seguida
por la tristeza en automóviles de lujo:
se conversa del aire, se despide
al difunto con rosas.
Cada deudo agobiado
halla mejor su vino en el almuerzo.
II.ANÁLISIS DE “LA LEPRA” http://www.gonzalorojas.uchile.cl/estudios/may1-6.html (texto completo del poema)
Este poema, a lo largo de sus nueve estrofas, configura una alegoría grotesca acerca de cómo el saber institucionalizado, personificado en el profesor de Retórica, disecciona las obras más importantes de la literatura universal y hace que éstas se conviertan en cadáveres. El poema relata los sucesos de una clase de Retórica, cuyo profesor representa el saber autoritario (no dialógico) que transforma las obras literarias en desperdicios y cadáveres. El conocimiento supuestamente científico es recusado por el poeta, pues considera que aquél se aleja de la vida y conduce a la inautencidad, la crisis de valores y la deshumanización. Veamos cómo se articulan las metáforas a esta desmitificación del saber oficial que realiza Gonzalo Rojas en “La lepra”.
Tenemos una primera metáfora en la expresión “Ceremonia del Juicio Final” para aludir a la clase de Retórica y ello implica una decisión ideológica del poeta, quien pone de relieve no sólo la naturaleza ritual de aquello que se realiza en un aula universitaria, sino también que la ceremonia se asocia a un evento trágico de la civilización occidental: el Juicio Final. Otra metáfora está en la segunda estrofa cuando se dice “para ilustrar su tesis con la luz del ejemplo”, donde se observa la intencionalidad irónica del poeta, pues para éste el ejemplo no es sinónimo de luz sino de oscuridad.. En la cuarta estrofa, observaremos otra metáfora: los puntos de vista de la crítica son “pobres cuencas vacías” y allí se percibe que la idea de pobreza y vaciedad implica la deshumanización y la crisis de valores que preponderan en la clase. En la octava estrofa, el poeta afirma metafóricamente: “la vida y la belleza/ eran un plato de carne podrida”, ya que los versos se convierten en objetos de estudio desgajados (léase separados) de la rica dimensión de las relaciones intersubjetivas.
Sobre la base de esas metáforas, se plantea una alegoría grotesca que tiene visos de una cierta carnavalización. En efecto, una alegoría es una estructura por la cual un conjunto de elementos del Mundo1 entra en correlación con los componentes del Mundo2. El profesor de Retórica (Mundo 1) representa a un sacerdote (Mundo 2) y hace su clase (Mundo 1) que es una misa (Mundo 2). La ruptura se produce en el hecho de que en vez de transformar el vino en la sangre de Cristo y el pan, en el cuerpo del Salvador, se produce, paradójicamente, una extraña transformación: el profesor de Retórica convierte las obras de los grandes escritores en cadáveres y bazofia. Los alumnos (Mundo 1) que representan a los fieles (Mundo 2) no se van abrumados por la paz del Señor, sino que comienzan a percibir en el aire un olor a podredumbre en el aula a pesar de que el Profesor les exigía aprender de memoria ese conocimiento supuestamente “científico”. El yo poético tiene que optar por el silencio y la incomunicación para evitar contagiarse con la lepra:
Yo tuve que cortarme la lengua en la raíz
para librarme de la lepra
“La lepra” constituye, per se, una crítica del saber académico que, lejos de humanizar las relaciones intersubjetivas, convierte las grandes obras de la literatura universal en textos inservibles que sirven para que los profesores de literatura humillen a sus alumnos y expresan su soberbia al creerse poseedores de un saber absoluto e irrefutable.
Pienso que en este poema hay una característica medular de la poesía moderna: la desmitificación. Charles Baudelaire desmitificó la idea de que la ciudad moderna implicaba progreso y vio en la racionalidad instrumental una de las grandes lacras de la humanidad. Arthur Rimbaud desacralizó dos grandes mitos de la civilización occidental: la democracia y el saber científico. Los surrealistas, por su parte, derribaron la idea de la racionalidad científica como la única que pudiera lograr la felicidad del hombre en la tierra y se acercaron a discursos como los del loco, del niño o del ebrio. Gonzalo Rojas se inserta en esa tradición desacralizadora de la poesía moderna, pues recusa la idea de un saber académico, alejado del universo rico de las relaciones intersubjetivas.
III.CODA
Gonzalo Rojas es uno de los grandes poetas hispanoamericanos porque su poesía si bien bebió de la influencia surrealista, supo alcanzar una dicción propia y logró un perfecto equilibrio entre dos ejes: la metáfora y la lírica conversacional. A partir de las metáforas establece un determinado orden conceptual, pero, a la vez, hay un tono coloquial que, articulado al empleo de la ironía, permite reestructurar, creativamente, los aportes de las vanguardias europeas. Por eso, quisiera terminar con los siguientes versos de Gonzalo Rojas:
Oh Tiempo. Rostro múltiple.
Rostro multiplicado por ti mismo.
Sal desde los orígenes de la música. Sal
desde mi llanto. Arráncate la máscara riente.
Espérame a besarte, convulsiva belleza.
Espérame en la puerta del mar. Espérame
en el objeto que amo eternamente.
NOTAS
[1] Milán, Eduardo. “Recado desde México: la voz de un gran poeta” (prólogo). En: Rojas, Gonzalo. Antología de aire. México, Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 9.
[2] Ortega, Julio. Antología de la poesía hispanoamericana. México, Siglo XXI, 1987, p. 140.
Comentarios
Solo soy un estudiante de ingenieria con animos de poeta, y quizas no de los mejores, solo uno mas de los que expresan sin una estructura definida lo que su imaginación y emoción les manda.
Debo felicitarlo por su blog, bastante interesante, y agregado a mis favoritos.