LECTURA DEL POEMA "TIZA BLANCA" DE JOSÉ MARÍA EGUREN
La poesía de José María Eguren (1874-1942) es siempre una provocación significativa. La obra poética de Eguren está constituida por tres libros: Simbólicas (1911), La canción de las figuras (1916) y Poesías (1929). En este último están incorporados los cuatro poemarios que escribió Eguren. Además de los dos antes mencionados, aparecen, pues, Sombra y Rondinelas.
El objetivo de este ensayo es hacer una lectura de un texto de José María Eguren: "Tiza blanca", perteneciente a Rondinelas. En este conjunto de poemas se percibe un desarrollo de la estética de la sugerencia, tan peculiar del Simbolismo francés que tuvo un alto desarrollo en la segunda mitad del siglo XIX. Versos como "en las sombras verdes/ mariposas cubistas" ("Hespérida"), "Pasaron los días/ de crespos y rules/ las tardes rosadas/ los bailes azules" ("Sonela"), configuran la unión de sensaciones visuales y auditivas, hecho que recuerda la propuesta de poemas como "Correspondencias" de Baudelaire o "Vocales" de Rimbaud. Rondinelas es un libro sinéstesico. La sinestesia, entendida como una unión de sensaciones, permite un conocimiento sensitivo y no racional del mundo.
El texto que será objeto de análisis es el siguiente:
Las alumnas de la banca
la llamaron Tiza Blanca.
A la prima luz del día
candorosa se vestía
de piqué bordado fino,
cinturón alabastrino.
Iba a clase, a las lecciones
con sus ojos pupilones,
con su clara luz serena,
sus mejillas de azucena.
No olvidaba el canastillo
de alfeñiques y blanquillo.
Si problemas ensayaba
con la tiza se pintaba.
Resolvía azul misterio
del errante planisferio,
y de flora los jardines
al amor de clavelines,
con su clara luz de armiño
los teoremas del cariño.
Si al tablero se acercaba
con la tiza conversaba.
A su vera los negados
florecían avisados.
Los libraba de enemigos,
horas lentas y castigos.
Era el campo, la blancura,
del colegio la Ternura.
Una de las oposiciones fundamentales que ha utilizado la antropología moderna es aquella que se produce entre naturaleza y cultura. Claude Lévi-Strauss afirma, en Las estructuras elementales del parentesco, que "En todas partes donde se presente la regla sabemos con certeza que estamos en el estadio de cultura. Simétricamente, es fácil reconocer en lo universal el criterio de la naturaleza, puesto que lo constante en todos los hombres escapa necesariamente al dominio de las costumbres, de las técnicas, de las instituciones por las que sus grupos se distinguen y oponen" (1). Resulta pertinente, según Lévi-Strauss, hablar del tránsito de la naturaleza a la cultura. En efecto, "naturaleza" es sinónimo de universalidad; en cambio, "cultura" lo es de regla y de prohibiciones. No hay ningún sistema cultural que pueda ser entendido sin las nociones de norma ni de prohibición.
En el poema, por el contrario, percibimos una naturaleza "civilizada" y una civilización "naturalizada". Se expresa, de ese modo, una visión más totalizadora, pues no quedan claros los límites entre ambos conceptos. Los versos "Era el campo, la blancura,/ del colegio la Ternura" manifiestan una idea fundamental: el colegio es el campo. La blancura del primero es equiparable a la del último. Además el texto enfatiza el campo semántico de la blancura. El poeta emplea las palabras "alabastrino" --que viene de alabastro, variedad de piedra blanca-- "blanquillo", "armiño"--que se asocia a lo puro y limpio-- "tiza blanca", "azucena" y "blancura". A ellas se suma "candorosa" que alude a transparencia, a ingenuidad.
Desde el punto de vista fónico, "armiño" rima con "cariño", "azucena" (que alude al color blanco) con "serena", y "blancura" con "Ternura". En poesía la rima implica una relación semántica entre las palabras. El parentesco fónico no revela sino una equivalencia léxica. El blanco, pues, se asocia con ternura y cariño.
Pero también el texto desarrolla el campo semántico de la luminosidad que se manifiesta en los versos "A la prima luz del día" , "con su clara luz serena" y "con su clara luz de armiño". Se trata de un poema auroral, matutino. El colegio está lleno de luz. La maestra está llena de luz. Las alumnas están llenas de luz.
El análisis de los campos semánticos y de la significación nos conduce al problema de la relación entre los objetos e individuos. No hay sentido al margen de las relaciones sociales que en el poema se producen en el contexto de un colegio.
Karel Kosík afirma, en Dialéctica de lo concreto (2), que las relaciones entre los individuos se han cosificado. En el mundo moderno, la praxis utilitaria de los hombres configura una pseudoconcreción. El ser humano está cautivado por el universo de las apariencias. Todo se vuelve utilitario. Esta pseudoconcreción asume un aspecto natural y oculta su lado histórico. Vale decir, se autoasume como el espacio natural del hombre. Así, en las relaciones intersubjetivas suelen estar ausentes el lado estético, el juego como forma de conocimiento. En la modernidad, se ha reducido la relación entre el sujeto y el objeto. El individuo es concebido, por los grupos de poder, como un simple manipulador de objetos. Frecuentemente reduce toda la realidad a la realidad física.
El poema "Tiza blanca" constituye, sin duda, una crítica del mencionado utilitarismo. En los versos "Si al tablero se acercaba/ con la tiza conversaba", observamos que el objeto "tiza" no constituye una mercancía en el sentido tradicional del término. Es mucho más que eso. La tiza es un personaje capaz de dialogar con la maestra, de comunicar afecto, de producir cultura. Produce un acto de habla. La tiza tiene personalidad y visión del mundo. Y, en realidad, una de las estrofas puede reducirse a un diálogo entre dos tizas: la Tiza Blanca con mayúscula, es decir, la maestra; y la tiza con minúscula, el interlocutor de la profesora. Si las alumnas llaman a la profesora "Tiza Blanca", manifiestan una perspectiva muy particular porque expresan un punto de vista lúdico acerca de las relaciones entre el individuo y el entorno que lo rodea. Los objetos del mundo exterior no sirven en principio para algo, sino que dialogan con los sujetos. La praxis utilitaria ha sido reemplazada por una praxis lúdica, donde los objetos tienen rostro humano.
Los científicos sociales suelen aludir a la fetichización de la mercancía en el mundo moderno. Eguren hace que los objetos tengan un cariz antropomórfico. No interesa la tiza como mercancía, sino que ella ocupa la posición de un sujeto que habla y expresa afecto. Hace llegar su palabra dialogante a la maestra, la cual tiene el mismo nombre (se llama Tiza Blanca), pero, a la vez, constituye un ente distinto y peculiar.
La mercancía se opone a la magia, al ritual de la escritura que se inserta en el cauce de la tradición y en la historia. Pero el término mercancía también alude a cantidades, a matemática. ¿Cómo son vistas las cantidades en el poema? Leamos los siguientes versos:
Si problemas ensayaba
con la tiza se pintaba.
Resolvía azul misterio
del errante planisferio,
y de flora y los jardines
el amor de clavelines,
con su clara luz de armiño
los teoremas del cariño.
Las expresiones "problemas" y "teoremas" remiten al campo semántico de la matemática. En el mundo moderno, la hiperespecialización ha llevado a que cada ciencia distinga su respectivo campo de acción. Algunos piensan que la ciencia es rigurosa y metódica; por el contrario, el arte expresa la subjetividad y la afectividad. Entonces, no hay vasos comunicantes entre ambas actividades. Sin embargo, en el poema de Eguren la matemática se asocia con el arte: "Si problemas ensayaba/ con la tiza se pintaba". Pintar y resolver un problema matemático son actividades que se realizan a la vez. El teorema implica poesía y afecto. La ciencia posibilita la presencia de la poesía. En el colegio, un número tiene su lado poético. El acto de pintar posee su dimensión matemática. Pero el verbo "ensayaba" indica que la maestra no se conforma con lo que asimila de la tradición sino que busca experimentar nuevas vías para la comunicación del conocimiento a sus alumnas. Ensayar problemas quiere decir arriesgar una nueva propuesta en el ámbito de la educación. La maestra busca la totalidad, donde arte y ciencia, civilización y naturaleza se complementen. Realiza una síntesis dialéctica y, de ese modo, se opone a la fragmentación de la praxis en el mundo moderno, donde el ser humano, atrapado por la praxis utilitaria, olvida que pertenece a una gran totalidad. En una película de Charles Chaplin un personaje vive ajustando la misma tuerca durante más de ocho horas diarias. Sólo una avería le muestra que todos los mecanismos están íntimamente relacionados entre sí. En el poema de Eguren, la maestra constata siempre las interrelaciones de los objetos con los individuos. Ciencia y arte son, según la maestra, el anverso y reverso de una sola moneda: la vida. ¿Cuál es la concepción que tiene Eguren acerca de la relación entre profesor y alumno? ¿Cómo se realiza el aprendizaje, según Eguren?
En primer lugar, la maestra considera que enseñar es un placer. Trabajar para ella no significa enredarse en la maraña de la praxis utilitaria. La maestra humaniza los objetos y dialoga con ellos. Enseñar es sinónimo de resolver problemas en el aula y descifrar misterios frente al dinamismo de un planisferio, pues la expresión "errante planisferio" señala que la geografía no constituye un saber estático sino dinámico. Un ser errante es el que anda de una parte a la otra sin tener asiento fijo. Su acción expresa, sin duda, movimiento y posibilidad de encontrar nuevos caminos, nuevos objetos, nuevos seres.
La relación entre maestro y alumno es de carácter horizontal y no vertical. El poder aquí parece disolverse y convertirse en un poder comunicarse. El que se comunica con plenitud es quien tiene más poder. Hay una relación de solidaridad entre el maestro y el alumno:
A su vera los negados
florecían avisados.
Los libraba de enemigos,
horas lentas y castigos.
Los alumnos negados son atendidos por la maestra quien se comunica plenamente con ellos. El castigo como método está totalmente ausente. La maestra reconoce su poder en la comunicación. Quiere provocar actitudes. Ella no desea controlar los actos interpretativos de sus alumnas. Su propio modo de ser es una provocación significativa. Anhela provocar y generar nuevos sentidos. Lo que dice la maestra constituye per se una obra abierta. Admite diversos tipos de interpretación.
Enseñar es, en esencia, un juego entre profesor y alumno. El colegio es un campo. La profesora es una azucena que se llama Tiza Blanca. Los alumnos florecen. La tiza conversa. La matemática transmite afecto y es sinónimo de ternura. La mejor forma de aprender es jugando con los objetos de nuestro mundo cotidiano. La maestra respeta plenamente la individualidad de cada alumno. En efecto, cada ser humano constituye, según ella, una experiencia irrepetible. Enseñar es también un ritual de acercamiento, de diálogo, de vida. Por eso, José María Eguren dirá en el poema "La noche de las alegorías":
No es violeta de los faros
es la noche de ojos claros.
Con figuras encendida
la pantalla de la vida.
NOTAS
(1) Lévi-Strauss, Claude. Las estructuras elementales del parentesco. México, Ed. Planeta, 1985; tomo I, p. 41.
(2) Kosík, Karel. Dialéctica de lo concreto. México, Ed. Grijalbo, 1979; pp. 87-88.
La poesía de José María Eguren (1874-1942) es siempre una provocación significativa. La obra poética de Eguren está constituida por tres libros: Simbólicas (1911), La canción de las figuras (1916) y Poesías (1929). En este último están incorporados los cuatro poemarios que escribió Eguren. Además de los dos antes mencionados, aparecen, pues, Sombra y Rondinelas.
El objetivo de este ensayo es hacer una lectura de un texto de José María Eguren: "Tiza blanca", perteneciente a Rondinelas. En este conjunto de poemas se percibe un desarrollo de la estética de la sugerencia, tan peculiar del Simbolismo francés que tuvo un alto desarrollo en la segunda mitad del siglo XIX. Versos como "en las sombras verdes/ mariposas cubistas" ("Hespérida"), "Pasaron los días/ de crespos y rules/ las tardes rosadas/ los bailes azules" ("Sonela"), configuran la unión de sensaciones visuales y auditivas, hecho que recuerda la propuesta de poemas como "Correspondencias" de Baudelaire o "Vocales" de Rimbaud. Rondinelas es un libro sinéstesico. La sinestesia, entendida como una unión de sensaciones, permite un conocimiento sensitivo y no racional del mundo.
El texto que será objeto de análisis es el siguiente:
Las alumnas de la banca
la llamaron Tiza Blanca.
A la prima luz del día
candorosa se vestía
de piqué bordado fino,
cinturón alabastrino.
Iba a clase, a las lecciones
con sus ojos pupilones,
con su clara luz serena,
sus mejillas de azucena.
No olvidaba el canastillo
de alfeñiques y blanquillo.
Si problemas ensayaba
con la tiza se pintaba.
Resolvía azul misterio
del errante planisferio,
y de flora los jardines
al amor de clavelines,
con su clara luz de armiño
los teoremas del cariño.
Si al tablero se acercaba
con la tiza conversaba.
A su vera los negados
florecían avisados.
Los libraba de enemigos,
horas lentas y castigos.
Era el campo, la blancura,
del colegio la Ternura.
Una de las oposiciones fundamentales que ha utilizado la antropología moderna es aquella que se produce entre naturaleza y cultura. Claude Lévi-Strauss afirma, en Las estructuras elementales del parentesco, que "En todas partes donde se presente la regla sabemos con certeza que estamos en el estadio de cultura. Simétricamente, es fácil reconocer en lo universal el criterio de la naturaleza, puesto que lo constante en todos los hombres escapa necesariamente al dominio de las costumbres, de las técnicas, de las instituciones por las que sus grupos se distinguen y oponen" (1). Resulta pertinente, según Lévi-Strauss, hablar del tránsito de la naturaleza a la cultura. En efecto, "naturaleza" es sinónimo de universalidad; en cambio, "cultura" lo es de regla y de prohibiciones. No hay ningún sistema cultural que pueda ser entendido sin las nociones de norma ni de prohibición.
En el poema, por el contrario, percibimos una naturaleza "civilizada" y una civilización "naturalizada". Se expresa, de ese modo, una visión más totalizadora, pues no quedan claros los límites entre ambos conceptos. Los versos "Era el campo, la blancura,/ del colegio la Ternura" manifiestan una idea fundamental: el colegio es el campo. La blancura del primero es equiparable a la del último. Además el texto enfatiza el campo semántico de la blancura. El poeta emplea las palabras "alabastrino" --que viene de alabastro, variedad de piedra blanca-- "blanquillo", "armiño"--que se asocia a lo puro y limpio-- "tiza blanca", "azucena" y "blancura". A ellas se suma "candorosa" que alude a transparencia, a ingenuidad.
Desde el punto de vista fónico, "armiño" rima con "cariño", "azucena" (que alude al color blanco) con "serena", y "blancura" con "Ternura". En poesía la rima implica una relación semántica entre las palabras. El parentesco fónico no revela sino una equivalencia léxica. El blanco, pues, se asocia con ternura y cariño.
Pero también el texto desarrolla el campo semántico de la luminosidad que se manifiesta en los versos "A la prima luz del día" , "con su clara luz serena" y "con su clara luz de armiño". Se trata de un poema auroral, matutino. El colegio está lleno de luz. La maestra está llena de luz. Las alumnas están llenas de luz.
El análisis de los campos semánticos y de la significación nos conduce al problema de la relación entre los objetos e individuos. No hay sentido al margen de las relaciones sociales que en el poema se producen en el contexto de un colegio.
Karel Kosík afirma, en Dialéctica de lo concreto (2), que las relaciones entre los individuos se han cosificado. En el mundo moderno, la praxis utilitaria de los hombres configura una pseudoconcreción. El ser humano está cautivado por el universo de las apariencias. Todo se vuelve utilitario. Esta pseudoconcreción asume un aspecto natural y oculta su lado histórico. Vale decir, se autoasume como el espacio natural del hombre. Así, en las relaciones intersubjetivas suelen estar ausentes el lado estético, el juego como forma de conocimiento. En la modernidad, se ha reducido la relación entre el sujeto y el objeto. El individuo es concebido, por los grupos de poder, como un simple manipulador de objetos. Frecuentemente reduce toda la realidad a la realidad física.
El poema "Tiza blanca" constituye, sin duda, una crítica del mencionado utilitarismo. En los versos "Si al tablero se acercaba/ con la tiza conversaba", observamos que el objeto "tiza" no constituye una mercancía en el sentido tradicional del término. Es mucho más que eso. La tiza es un personaje capaz de dialogar con la maestra, de comunicar afecto, de producir cultura. Produce un acto de habla. La tiza tiene personalidad y visión del mundo. Y, en realidad, una de las estrofas puede reducirse a un diálogo entre dos tizas: la Tiza Blanca con mayúscula, es decir, la maestra; y la tiza con minúscula, el interlocutor de la profesora. Si las alumnas llaman a la profesora "Tiza Blanca", manifiestan una perspectiva muy particular porque expresan un punto de vista lúdico acerca de las relaciones entre el individuo y el entorno que lo rodea. Los objetos del mundo exterior no sirven en principio para algo, sino que dialogan con los sujetos. La praxis utilitaria ha sido reemplazada por una praxis lúdica, donde los objetos tienen rostro humano.
Los científicos sociales suelen aludir a la fetichización de la mercancía en el mundo moderno. Eguren hace que los objetos tengan un cariz antropomórfico. No interesa la tiza como mercancía, sino que ella ocupa la posición de un sujeto que habla y expresa afecto. Hace llegar su palabra dialogante a la maestra, la cual tiene el mismo nombre (se llama Tiza Blanca), pero, a la vez, constituye un ente distinto y peculiar.
La mercancía se opone a la magia, al ritual de la escritura que se inserta en el cauce de la tradición y en la historia. Pero el término mercancía también alude a cantidades, a matemática. ¿Cómo son vistas las cantidades en el poema? Leamos los siguientes versos:
Si problemas ensayaba
con la tiza se pintaba.
Resolvía azul misterio
del errante planisferio,
y de flora y los jardines
el amor de clavelines,
con su clara luz de armiño
los teoremas del cariño.
Las expresiones "problemas" y "teoremas" remiten al campo semántico de la matemática. En el mundo moderno, la hiperespecialización ha llevado a que cada ciencia distinga su respectivo campo de acción. Algunos piensan que la ciencia es rigurosa y metódica; por el contrario, el arte expresa la subjetividad y la afectividad. Entonces, no hay vasos comunicantes entre ambas actividades. Sin embargo, en el poema de Eguren la matemática se asocia con el arte: "Si problemas ensayaba/ con la tiza se pintaba". Pintar y resolver un problema matemático son actividades que se realizan a la vez. El teorema implica poesía y afecto. La ciencia posibilita la presencia de la poesía. En el colegio, un número tiene su lado poético. El acto de pintar posee su dimensión matemática. Pero el verbo "ensayaba" indica que la maestra no se conforma con lo que asimila de la tradición sino que busca experimentar nuevas vías para la comunicación del conocimiento a sus alumnas. Ensayar problemas quiere decir arriesgar una nueva propuesta en el ámbito de la educación. La maestra busca la totalidad, donde arte y ciencia, civilización y naturaleza se complementen. Realiza una síntesis dialéctica y, de ese modo, se opone a la fragmentación de la praxis en el mundo moderno, donde el ser humano, atrapado por la praxis utilitaria, olvida que pertenece a una gran totalidad. En una película de Charles Chaplin un personaje vive ajustando la misma tuerca durante más de ocho horas diarias. Sólo una avería le muestra que todos los mecanismos están íntimamente relacionados entre sí. En el poema de Eguren, la maestra constata siempre las interrelaciones de los objetos con los individuos. Ciencia y arte son, según la maestra, el anverso y reverso de una sola moneda: la vida. ¿Cuál es la concepción que tiene Eguren acerca de la relación entre profesor y alumno? ¿Cómo se realiza el aprendizaje, según Eguren?
En primer lugar, la maestra considera que enseñar es un placer. Trabajar para ella no significa enredarse en la maraña de la praxis utilitaria. La maestra humaniza los objetos y dialoga con ellos. Enseñar es sinónimo de resolver problemas en el aula y descifrar misterios frente al dinamismo de un planisferio, pues la expresión "errante planisferio" señala que la geografía no constituye un saber estático sino dinámico. Un ser errante es el que anda de una parte a la otra sin tener asiento fijo. Su acción expresa, sin duda, movimiento y posibilidad de encontrar nuevos caminos, nuevos objetos, nuevos seres.
La relación entre maestro y alumno es de carácter horizontal y no vertical. El poder aquí parece disolverse y convertirse en un poder comunicarse. El que se comunica con plenitud es quien tiene más poder. Hay una relación de solidaridad entre el maestro y el alumno:
A su vera los negados
florecían avisados.
Los libraba de enemigos,
horas lentas y castigos.
Los alumnos negados son atendidos por la maestra quien se comunica plenamente con ellos. El castigo como método está totalmente ausente. La maestra reconoce su poder en la comunicación. Quiere provocar actitudes. Ella no desea controlar los actos interpretativos de sus alumnas. Su propio modo de ser es una provocación significativa. Anhela provocar y generar nuevos sentidos. Lo que dice la maestra constituye per se una obra abierta. Admite diversos tipos de interpretación.
Enseñar es, en esencia, un juego entre profesor y alumno. El colegio es un campo. La profesora es una azucena que se llama Tiza Blanca. Los alumnos florecen. La tiza conversa. La matemática transmite afecto y es sinónimo de ternura. La mejor forma de aprender es jugando con los objetos de nuestro mundo cotidiano. La maestra respeta plenamente la individualidad de cada alumno. En efecto, cada ser humano constituye, según ella, una experiencia irrepetible. Enseñar es también un ritual de acercamiento, de diálogo, de vida. Por eso, José María Eguren dirá en el poema "La noche de las alegorías":
No es violeta de los faros
es la noche de ojos claros.
Con figuras encendida
la pantalla de la vida.
NOTAS
(1) Lévi-Strauss, Claude. Las estructuras elementales del parentesco. México, Ed. Planeta, 1985; tomo I, p. 41.
(2) Kosík, Karel. Dialéctica de lo concreto. México, Ed. Grijalbo, 1979; pp. 87-88.
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