JORGE EDUARDO EIELSON EN EL RECUERDO
Hace un año nos dejó Jorge Eduardo Eielson (1924-2006), quizá el más grande poeta peruano de la segunda mitad del siglo XX. Su obra se despliega entre la prosa, la plástica y la poesía. Propugnó un arte total donde se dan cita las más diversas manifestaciones del genio creativo; hizo caligramas, novelas poéticas y extraordinarias perfomances.
Hace un año nos dejó Jorge Eduardo Eielson (1924-2006), quizá el más grande poeta peruano de la segunda mitad del siglo XX. Su obra se despliega entre la prosa, la plástica y la poesía. Propugnó un arte total donde se dan cita las más diversas manifestaciones del genio creativo; hizo caligramas, novelas poéticas y extraordinarias perfomances.
Estuve en Milán el año pasado en febrero para dar una charla en la Universidad de Bergamo y quise conversar con él personalmente, pues me había escrito dos cartas donde me agradecía, muy gentilmente, las ideas vertidas en mi libro Las huellas del aura. Lamentablemente, no fue posible: el poeta se hallaba bastante delicado de salud y solo tuvimos una escueta conversación telefónica. Quisiera dejar constancia de la extraordinaria poesía de Eielson transcribiendo el poema “Reino primero”, perteneciente a Reinos (escrito en 1944 y publicado en 1945):
Sobre los puros valles, eléctricos sotos,
Tras las ciudades que un ángel diluye
En el cielo, cargado de heces sombrías y santas,
El joven defiende a la joven.
Contemplan allí al verde, arcaico Señor
De los cedros, reinar furtivo en sus telas,
Guiar la nube esmeralda y sonora del mar
Por el bosque, o besar los abetos de Dios,
Orinados por los ángeles, la luna y las estrellas:
Manzanas de amor en la yedra de muerte
Ve el joven, solemnes y áureos cubiertos
En la fronda maldita, que un ciervo de vidrio estremece.
La joven, que nada ya es en el polvo sombrío,
Sino un cielo puro y lejano, recuerda su tumba,
Llueve e irrumpe en los brazos del joven
En un rayo muy suave de santa o paloma.
Sobre los puros valles, eléctricos sotos,
Tras las ciudades que un ángel diluye
En el cielo, cargado de heces sombrías y santas,
El joven defiende a la joven.
Contemplan allí al verde, arcaico Señor
De los cedros, reinar furtivo en sus telas,
Guiar la nube esmeralda y sonora del mar
Por el bosque, o besar los abetos de Dios,
Orinados por los ángeles, la luna y las estrellas:
Manzanas de amor en la yedra de muerte
Ve el joven, solemnes y áureos cubiertos
En la fronda maldita, que un ciervo de vidrio estremece.
La joven, que nada ya es en el polvo sombrío,
Sino un cielo puro y lejano, recuerda su tumba,
Llueve e irrumpe en los brazos del joven
En un rayo muy suave de santa o paloma.
Comentarios
Efectivamente la gente pareciera haberse olvidado de Eielson, uno de los grandes poetas de lengua castellana. Nosotros releemos su obra porque esta ha vencido el implacabale muro del tiempo. Saludos, Camilo