DISCURSO DE SELENCO VEGA AL RECIBIR EL PREMIO DE NOVELA BREVE CONVOCADO POR LA CÁMARA PERUANA DEL LIBRO


Doña Gladys Díaz Carrera, Presidenta de la Cámara Peruana del Libro
Señores miembros del Jurado del Primer Premio Cámara Peruana del
Libro de Novela Breve 2009, Francesca Denegri, Doris Moromisato, Julio Ortega y Ricardo González Vigil
Señoras y señores presentes
Amigos todos:

Recibí la noticia de que había resultado ganador del Primer Premio de Novela Breve 2009 hace algunas horas. Desde entonces, el tiempo ha transcurrido de manera vertiginosa y me ha impedido formular un discurso extenso y detallado, como la importancia de este premio ameritaría. Por ello, mis palabras serán breves y estarán guiadas por la emoción, más que por la ecuanimidad y la cordura.
Fue Doris Moromisato quien, con ese entusiasmo contagiante que, percibo, forma parte de su personalidad, me dio la feliz nueva del premio. Desde entonces, la figura de un escritor ha dado vueltas por mi cabeza obsesivamente, como un fantasma bondadoso, y he comprendido que tengo la obligación de citarlo esta noche. Me refiero al gran Ciro Alegría.
Dentro de su valiosísima obra, él escribió una novela que dejó inconclusa y que así se publicó, de manera póstuma, en 1979. Se titula El dilema de Krause; su trama es sencilla y tiene bastante de relato testimonial. En ella, Krause es un convicto alemán que está próximo a cumplir su condena y a salir de prisión. En este contexto, reflexiona junto con su amigo el escritor Celso Arismendi sobre la libertad y el sentido de la vida en un mundo caótico e inhumano.
Pero, más que la novela en sí, recuerdo lo devastador del prefacio que Ciro Alegría redacta, a propósito de aquel libro que él mismo cree que no llegará a terminar. En aquellas líneas introductorias, con el estilo fiero de un novelista cuajado y dueño de todos sus recursos, Alegría se queja amargamente de la situación del escritor en el Perú; habla de lo difícil que resulta crear y publicar en un medio (estamos cerca de la dictadura militar de Velasco) donde apenas subsisten un puñado de editoriales y donde los estímulos para los creadores son casi inexistentes.
Tanto El dilema de Krause como aquella sobrecogedora introducción de Ciro Alegría cumplen este 2009 treinta años de publicados. Me siento optimista imaginando lo que el autor de Los perros hambrientos y El mundo es ancho y ajeno sentiría hoy, de estar vivo. Si bien es cierto, el Perú actual dista mucho de ser una potencia editorial, y si bien los índices de lectura del peruano promedio aún resultan preocupantes, creo que nuestro mercado de publicaciones, así como la proliferación de estímulos a la creación artística crece día a día, de manera exponencial.
Allí están las cifras de la propia Cámara Peruana del Libro, que nos hablan del rotundo éxito que viene acompañando a las últimas ferias de libros que se realizan en nuestro país. Este es un síntoma innegable de que hay la preocupación por ponernos al día, como lectores, acerca de cuanto acontece en el mundo de las ciencias y las humanidades.
Por otra parte, es fácil constatar que los premios literarios se han multiplicado en los últimos años. Hay algunos que ya se ganaron un lugar especial, como el emblemático premio Copé de Cuento, Poesía, Novela y Ensayo; el entrañable Cuento de las 1000 palabras de la revista Caretas; el Premio de Poesía y Cuento convocado por el Centro Cultural Peruano Japonés; el premio de Novela Corta convocado por el Banco Central de Reserva. Pero estos premios tradicionales no son los únicos, hay otros nuevos que se han sumado a la tarea de estimular entre nosotros la creación literaria: como ejemplos podemos citar el Premio PUCP, convocado por la Pontificia Universidad Católica, o el más reciente Premio de Novela organizado por el Decano de la Prensa Nacional, El Comercio.
A este alentador panorama de concursos literarios podemos agregarle el gran aporte que, en el terreno de las letras, ha significado el empleo de la Internet, además de las facilidades cada día mayores que la tecnología brinda a los escritores, que hoy pueden publicar bien, bonito y barato.
Roland Barthes, el gran semiólogo francés, escribió alguna vez que el problema del escritor es el problema del lenguaje. Sin duda, Barthes pensaba en creadores como Gustave Flaubert que, según cuentan, podía pasar tres noches de insomnio, sumergido en la búsqueda de un único adjetivo con el que redondear alguna de sus obras maestras.
Luego de la llamada telefónica en la que me anunciaron como ganador del Primer Premio de Novela Breve, no he podido dejar de imaginarme un Perú así; es decir, un país de escritores cuyo único problema, como afirmaba Barthes, sea un problema del lenguaje, jamás un problema de publicación ni de falta de estímulos materiales ni económicos. Me alegra que, día a día, surjan nuevos concursos literarios, como este Premio de Novela Breve, un concurso que, estoy seguro, ha nacido para permanecer, para brillar en pocos años con luz propia. Es necesario que así sea, que premios como este se mantengan y estimulen la creación literaria en un país de poetas y de novelistas notables.
Agradezco una vez más a los señores miembros del Jurado, a Gladys Díaz, presidenta de la Cámara Peruana del Libro, y a esa impulsora inagotable que es Doris Moromisato, así como al equipo que trabaja con ella. Quiero terminar invitándolos a proseguir con iniciativas como esta: que el premio convocado por ustedes se diversifique, que en los próximos años se hable de un concurso de Poesía, de uno de Cuento y de otro de Ensayo convocados por la prestigiosa Cámara Peruana del Libro. Seguramente, desde donde esté, el gran Ciro Alegría los estará aplaudiendo y, a través de la voz de los concursantes, les agradecerá por el esfuerzo y la tarea cumplida.



Comentarios

Querido amigo, entre a tu blog atraida por el titulo, que habla de soledad y de pagina en blanco. Veo que hay muuuucha gente, honores, premios, salones, medallas. Parece que no hay soledad. Te escribo desde mi madriguera (www.lazorradeabajo.blogspot.com) donde la soledad solo es interrumpida por los comentarios que pongo en el blog. ¡Te aseguro que ese lugar húmedo y oscuro, tan alejado del mundanal ruido y de los compromisos, es el mejor lugar para llenar páginas de páginas de creación pura!

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