EL CONCEPTO REDUCCIONISTA DE RACIONALIDAD EN LA UTOPÍA ARCAICA DE MARIO VARGAS LLOSA
Actualmente releo algunas obras de Mario Vargas Llosa. Me siguen cautivando Conversación en la Catedral, La casa verde o La guerra del fin del mundo. Hay un manejo francamente extraordinario de las estructuras narrativas y una orquestación de las partes del relato que resultan, a todas luces, sorprendentes. Sin embargo, Vargas Llosa destaca también como ensayista y pensador. La orgía perpetua e Historia de un deicidio dan fiel testimonio de ello.
Creo que uno de sus libros más discutibles es La utopía arcaica (1996), volumen dedicado al comentario y análisis de la obra de José María Arguedas; pues evidencia que el novelista arequipeño jamás comprendió plenamente al indigenismo como corriente artístico-literaria ni supo entender el proceso histórico de este movimiento cultural.
Me gustaría comentar la siguiente cita de Vargas Llosa: "Una cultura mágico-religiosa puede ser de un notable refinamiento y de elaboradas asociaciones --de hecho, lo son la mayoría de ellas--, pero será siempre primitiva si aceptamos la premisa de que el tránsito entre el mundo primitivo y tribal y el principio de la cultura moderna es, justamente, la aparición de la racionalidad, la actitud 'científica' de subordinar el conocimiento a la experimentación y al cotejo de las ideas y las hipótesis con la realidad objetiva"*
La pregunta pertinente es si la única racionalidad es la científica occidental. ¿Es decir, se puede admitir que solo existe un tipo de racionalidad, la de la ciencia occidental? Definitivamente no. Existen estudios antropológicos (como los de Claude Lévi-Strauss y otros) que verifican la hipótesis de que los hombres de las mal llamadas "culturas mágico-religiosas" poseen también una racionalidad. En la cita de Vargas Llosa aparece la noción de que la ciencia occidental es la racionalidad y la lógica; en cambio, el mito implica la presencia de una etapa prelógica. Pienso que el discurso mítico tiene también una lógica y una coherencia; además, posee un valor explicativo para los individuos de esas culturas. En otros palabras, es posible hablar de una racionalidad mítica y de una organización rigurosa del mundo basada en esta última.
Precisemos un poco el concepto de racionalidad. El filósofo Luis Villoro define la racionalidad como "la tendencia a lograr para nuestras creencias razones suficientes y adecuadas que garanticen su verdad y a procurar que nuestras acciones se guíen por esas creencias"**.
La racionalidad no se opone, como cree Vargas Llosa, a "sensibilidad" o "deseo"; la ciencia "racional" no se opone al mito "irracional". Pienso que el sentir y el pensar se dan en el mismo momento y de modo simultáneo. Es decir, pensamos sintiendo; sentimos pensando. En el ámbito cognitivo del ser humano están presentes también factores afectivos, de manera que un buen profesor lo que verdaderamente transmite a sus alumnos es el afecto que él siente hacia ciertos conocimientos.
Vargas Llosa no percibe el papel indiscutible que desempeña la subjetividad en la ciencia. El llamado "cotejo con la realidad objetiva" no es un proceso fácil y, por lo tanto, no podemos desligarnos de nuestras creencias en el momento en que observamos una realidad. En las culturas tradicionales también hay el funcionamiento de una racionalidad mítica que tiene un alto grado de coherencia y que busca adaptar las creencias de la comunidad con el fin de lograr la convivencia y la materialización de ciertos ideales colectivos.
Actualmente releo algunas obras de Mario Vargas Llosa. Me siguen cautivando Conversación en la Catedral, La casa verde o La guerra del fin del mundo. Hay un manejo francamente extraordinario de las estructuras narrativas y una orquestación de las partes del relato que resultan, a todas luces, sorprendentes. Sin embargo, Vargas Llosa destaca también como ensayista y pensador. La orgía perpetua e Historia de un deicidio dan fiel testimonio de ello.
Creo que uno de sus libros más discutibles es La utopía arcaica (1996), volumen dedicado al comentario y análisis de la obra de José María Arguedas; pues evidencia que el novelista arequipeño jamás comprendió plenamente al indigenismo como corriente artístico-literaria ni supo entender el proceso histórico de este movimiento cultural.
Me gustaría comentar la siguiente cita de Vargas Llosa: "Una cultura mágico-religiosa puede ser de un notable refinamiento y de elaboradas asociaciones --de hecho, lo son la mayoría de ellas--, pero será siempre primitiva si aceptamos la premisa de que el tránsito entre el mundo primitivo y tribal y el principio de la cultura moderna es, justamente, la aparición de la racionalidad, la actitud 'científica' de subordinar el conocimiento a la experimentación y al cotejo de las ideas y las hipótesis con la realidad objetiva"*
La pregunta pertinente es si la única racionalidad es la científica occidental. ¿Es decir, se puede admitir que solo existe un tipo de racionalidad, la de la ciencia occidental? Definitivamente no. Existen estudios antropológicos (como los de Claude Lévi-Strauss y otros) que verifican la hipótesis de que los hombres de las mal llamadas "culturas mágico-religiosas" poseen también una racionalidad. En la cita de Vargas Llosa aparece la noción de que la ciencia occidental es la racionalidad y la lógica; en cambio, el mito implica la presencia de una etapa prelógica. Pienso que el discurso mítico tiene también una lógica y una coherencia; además, posee un valor explicativo para los individuos de esas culturas. En otros palabras, es posible hablar de una racionalidad mítica y de una organización rigurosa del mundo basada en esta última.
Precisemos un poco el concepto de racionalidad. El filósofo Luis Villoro define la racionalidad como "la tendencia a lograr para nuestras creencias razones suficientes y adecuadas que garanticen su verdad y a procurar que nuestras acciones se guíen por esas creencias"**.
La racionalidad no se opone, como cree Vargas Llosa, a "sensibilidad" o "deseo"; la ciencia "racional" no se opone al mito "irracional". Pienso que el sentir y el pensar se dan en el mismo momento y de modo simultáneo. Es decir, pensamos sintiendo; sentimos pensando. En el ámbito cognitivo del ser humano están presentes también factores afectivos, de manera que un buen profesor lo que verdaderamente transmite a sus alumnos es el afecto que él siente hacia ciertos conocimientos.
Vargas Llosa no percibe el papel indiscutible que desempeña la subjetividad en la ciencia. El llamado "cotejo con la realidad objetiva" no es un proceso fácil y, por lo tanto, no podemos desligarnos de nuestras creencias en el momento en que observamos una realidad. En las culturas tradicionales también hay el funcionamiento de una racionalidad mítica que tiene un alto grado de coherencia y que busca adaptar las creencias de la comunidad con el fin de lograr la convivencia y la materialización de ciertos ideales colectivos.
*Mario Vargas Llosa. La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. México, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 186-187.
**Luis Villoro. "Concepto de racionalidad". En: Juan Camacho (editor). La racionalidad. Lima, Maijosa, 1988, p. 39.
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