
UN POEMA DE BLANCA VARELA SOBRE LA ROSA
A ROSE IS A ROSE
inmóvil devora luz
se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo efímero
infesta la poesía
con su arcaico perfume
De Valses y otras falsas confesiones (1964-1971)
A ROSE IS A ROSE
inmóvil devora luz
se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo efímero
infesta la poesía
con su arcaico perfume
De Valses y otras falsas confesiones (1964-1971)
Comentarios
Saludos.
El mejor tratadista del ritmo del verso castellano es Oldrich Belic en su libro "Verso español y verso europeo". Saludos, Camilo
Un abrazo.
Charlie melnick
Me parece interesante su interpretación. Tradicionalmente (en la estética clásica y barroca) se ha entendido la rosa como sinónimo de belleza efímera; por ejemplo, en los poemas de Garcilaso ("Marchitará la rosa/ el viento helado")o en Góngora donde se retoma el tópico del carpe diem. Ni Garcilaso ni Góngora ven la parte obscena de la rosa, sino que la "mitifican" (la idealizan). Por el contrario, Blanca Varela ve en la rosa un elemento obsceno y que corrompe la poesía. Es decir, el poeta actual debe tener cuidado con el símbolo "rosa", pues allí puede haber un lugar común que "infeste" la poesía y transforme la escritura en retórica. De ese modo, "desmitifica" a la rosa en tanto símbolo tradicional y clásico de belleza pura aunque efímera. Saludos, Camilo Fernández
- ¡Rosa de rosa, idéntica y sensible, / A tu ejemplo, profano y mudadero, / El Poeta hace la rosa que es terrible!
O que el joven poeta Salomón Valderrama sintetiza o radicaliza en estos versos:
Rosa frontal del cuerpo insano, ayúdame / A no morir en este obscuro cuerpo santo. / Déjame tocar y ser poeta en nacimiento... / Idolatrado fantasma que nutre el convento. //
Rosa, homicida de piel, secreto, perdóname / Elevarme en mi nave, Arca de Anticristo. / Asaltar belleza, hégira de la pobreza, / Encandilada herida que sepulcros reza.
La rosa sigue siendo la que se tiene al despertar de un paraíso (Coleridge), el de la mente. El de creer y no creer. El de acordar o concordar.
Gregorio Block
2
Los mirlos le carcomen su pecho colorado y siente un dulce dolor inexplicable. La rosa de la ciudad es distinta a la rosa del campo. Una es mundana y le gusta la noche, los avisos luminosos y la gente que la mira con prisa. La otra es como la tinta verde de los geranios y conoce el cielo como su propia muerte. Por eso tal vez siempre busco rosas raras para mis floreros de arcilla: rosas más calladas, menos presuntuosas, rosas de bosque o de patio privado.
SERIA INTERESANTE UN ENSAYO SUYO SOBRE LA ROSA
Carlos Capellino, bloque II; Cód. 00120146