La modernidad según Raúl Bueno


Profesor universitario, poeta, ensayista y discípulo de Antonio Cornejo Polar, Raúl Bueno (Arequipa, 1944) es uno de los investigadores literarios peruanos más importantes de la actualidad y ha sido recientemente galardonado con el Premio Ezequiel Martínez Estrada por la Casa de las Américas. La actividad teórica y crítica de Bueno se puede dividir en dos períodos. El primero abarca dos libros: Metodología del análisis semiótico (1980, en colaboración con Desiderio Blanco) y Poesía hispanoamericana de vanguardia. Procedimientos de interpretación textual (1985), allí se observa la predilección por la semiótica de la significación de J.A. Greimas y el consiguiente alejamiento de las perspectivas sociológicas. La segunda comprende Escribir en Hispanoamérica. Ensayos sobre teoría y crítica literarias (1991), Antonio Cornejo Polar y los avatares de la cultura latinoamericana (2004), Las falacias de las metáforas de la cultura en la literatura latinoamericana (2010), y donde se observa un interés por insertarse en la tradición inaugurada por estudiosos como Ángel Rama y Antonio Cornejo Polar, respecto de la ciudad letrada, la transculturación y la heterogeneidad como rasgos fundamentales de la tradición (o mejor, tradiciones) literaria latinoamericana.
El último libro de Bueno, Promesa y descontento de la modernidad (Lima: Universidad Ricardo Palma, 2010, 253 pp.), toma como punto la "ciudad letrada", propuesta por Rama, considerada como un sistema complejo muy jerarquizado de elementos, donde hay una élite y sus discursos; pero también existe un poder centralizado que subordina a otros sectores en el vasto panorama de las sociedades latinoamericanas. En abierto conflicto con ella, tenemos la "ciudad oral", formada por sectores marginales, muchos de los cuales no han tenido acceso a la escritura o han sido expoliados por el poder hegemónico. Asimismo, hay la presencia de la "ciudad sumergida" (término tomado de Alberto Flores Galindo) que se manifiesta en la urbe colonial y que actúa hasta el presente: "constituida por una subespecie ciudadana caracterizada por la marginalidad, la carencia y, aun, la legalidad" (p. 217). Un cuarto tipo es la "ciudad rechazada", constituida por lo sectores más marginales de la "ciudad sumergida", que, como su nombre lo indica, son expulsados hacia los márgenes, tal como se puede observar en algunos cuentos como "Al pie del acantilado" de Julio Ramón Ribeyro. Una quinta clase es la "ciudad migrante", que ha sido desplazada desde el campo a la urbe, "pero también la desplazada de las habitaciones decorosas a los 'intersticios' urbanos" (p. 217). Un sexto tipo es la "ciudad alternativa" que se da a conocer en los nuevos espacios --los llamados "pueblos jóvenes"-- y que construye un desarrollo urbano específico haciendo frente a lo embates del discurso del poder hegemónico.
Bueno distingue la noción de "heterogeneidad" (Cornejo Polar) de la de "transculturación (Rama). La primera hace referencia a la diversidad de índole cultural y social, producto de determinados conflictos históricos, y a la manera como los discursos revelan dicha diversidad. La segunda alude a la plasticidad cultural en zonas de contacto y ello implica una negociación porque se pierden algunos elementos de la propia tradición cultural (la indígena) y se asimilan componentes de la cultura invasora (la occidental), hecho que se manifiesta en un proceso de neoculturación.
Sobre la base de esa óptica, Bueno pasa a revisar los conceptos de "modernidad" y "postmodernidad", y la manera como debieran ser concebidos desde Latinoamérica, el lugar de "acá" distinto del espacio de "allá" (Europa): "La nuestra es, pues, una modernidad sumergida o de patio trasero, suerte de submodernidad (deficitaria) o de inframodernidad (necesaria para la modernidad de etiqueta) (p. 51)". Por ejemplo, en el Perú, la modernidad es precaria, pues allí se observa el funcionamiento de estructuras feudales premodernas y, además, la marginación de sectores que no pueden acceder a los beneficios de la división de poderes y de la libertad individual. En Latinoamérica tenemos, según Bueno, el funcionamiento de "premodernidades y submodernidades en los predios de la propia modernidad central, y la presencia de pseudomodernidades, o modernidades de élite, en el escenario natural de la submodernidad" (p. 51). En tal sentido, hay sectores que propugnan una modernidad de élite (que se sustenta en el racismo y el etnocentrismo) porque evidencian una falta de identificación con el rostro pluricultural del Perú y privilegian la vulnerabilidad cultural, es decir, la pérdida de las raíces de la identidad nacional.
Bueno insiste en la necesidad de construir una sistema teórico propio que, no obstante, asimile creativamente los aportes de la teoría literaria occidental. Pone de relieve la noción de "injerto" de José Martí: "injertemos el mundo en nuestra repúblicas" -afirmaba el autor de Nuestra América; o el concepto de "antropofagia" del escritor brasileño Oswald de Andrade, quien concebía que, nosotros los latinoamericanos, devoramos --como antropófagos-- la cultura occidental (y no solo la occidental) para crear productos literarios y artísticos nuevos.
Resulta relevante cómo Bueno habla de los estudios culturales desde una óptica latinoamericana y la construcción de una modernidad alternativa y periférica, distinta de la hegemónica, y que dé cabida a las distintas culturas que habitan en América Latina. Para Bueno, tenemos una tradición propia de estudios culturales, cuyos antecedentes están en autores como el Inca Garcilaso de la Vega o Felipe Guamán Poma de Ayala, Manuel González Prada, Ricardo Palma, José Martí, José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, entre otros. "Esa es nuestra tradición (...) y no podemos escamotearla, ni adornarla, sino asumirla con franca honestidad, sin tapujos ni salvaguardas, para discutirla y superarla" (p. 119).
Promesa y descontento de la modernidad es un libro notable. Se trata de un texto imprescindible para aproximarnos al estudio transdisciplinario de nuestra literatura y a la reflexión sobre cómo la modernidad se vivió (y aún se vive) en estas tierras. Bueno confirma una vez más que es uno de los investigadores latinoamericanos de mayor trascendencia en este crucial momento, donde cegados por la globalización cultural, a veces olvidamos nuestras raíces y dejamos que la marea nos arrastre de modo incontenible.

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