LA CRÍTICA PERIODÍSTICA Y LA CRÍTICA ACADÉMICA
Siempre me he preguntado cuáles son las diferencias entre la crítica periodística (de carácter divulgativo) y la crítica académica, que se ejerce mayormente en revistas universitarias. Aquella busca informar al lector promedio acerca de las últimas publicaciones que han visto la luz y arriesga una valoración del aporte de estas últimas; esta, por el contrario, no busca necesariamente los temas de actualidad y se desarrolla en un espacio más restringido, poblado por una comunidad de expertos.
Una de las grandes diferencias está determinada por el lenguaje que se emplea en ambos tipos de texto. La reseña, publicada en un diario o revista de divulgación, tiene que estar bien escrita, mas no puede usar un lenguaje que solo comprenderían los entendidos en la materia. Además, ha de consignar una parte informativa, por ejemplo, el resumen del contenido de una novela. Un artículo académico o una tesis de maestría o de doctorado sí pueden utilizar un código de más difícil acceso y, asimismo, concentrarse en el aspecto más analítico, dejando de lado la síntesis de las acciones de una obra narrativa.
Otro contraste está marcado por la extensión. En general, una reseña periodística no puede sobrepasar quizá de cuatro o cinco carillas; en cambio, un ensayo erudito suele abarcar muchas páginas. La primera se encuentra impregnada por la subjetividad del articulista; el segundo intenta materializar una mayor objetividad, la cual –como sabemos— no puede ser absoluta.
El mercurio de Chile tiene uno de los suplementos culturales más interesantes en Latinoamérica y está dedicado, en buena parte, al comentario de libros.
Hojeando la mencionada publicación, observé que las reseñas periodísticas las elaboran los expertos, quienes adecúan su lenguaje para dirigirse al gran público. Lo mismo sucede en la revista cultural Ñ de El clarín de Argentina.
En el Perú, tenemos pocos diarios que poseen una sección destinada al comentario de las publicaciones más recientes: El comercio, La república, El correo, El expreso y La industria, entre otros. Pienso que falta una mayor especialización en nuestro periodismo cultural. Por ejemplo, aquel que hace una crítica de una puesta teatral, no debería realizar una reseña de un poemario. De otro lado, el articulista que comenta una muestra pictórica, no debiera abocarse a emitir su opinión razonada acerca de un concierto de la Sinfónica. Claro, nos dirán que no hay dinero para esas cosas y que, por lo tanto, las empresas periodísticas deben ahorrar para asegurar sus ganancias. Entonces, vemos nuevamente cómo el culto a los valores económicos impide que podamos cumplir cabalmente con la tarea de difundir la cultura en nuestro país.
Siempre me he preguntado cuáles son las diferencias entre la crítica periodística (de carácter divulgativo) y la crítica académica, que se ejerce mayormente en revistas universitarias. Aquella busca informar al lector promedio acerca de las últimas publicaciones que han visto la luz y arriesga una valoración del aporte de estas últimas; esta, por el contrario, no busca necesariamente los temas de actualidad y se desarrolla en un espacio más restringido, poblado por una comunidad de expertos.
Una de las grandes diferencias está determinada por el lenguaje que se emplea en ambos tipos de texto. La reseña, publicada en un diario o revista de divulgación, tiene que estar bien escrita, mas no puede usar un lenguaje que solo comprenderían los entendidos en la materia. Además, ha de consignar una parte informativa, por ejemplo, el resumen del contenido de una novela. Un artículo académico o una tesis de maestría o de doctorado sí pueden utilizar un código de más difícil acceso y, asimismo, concentrarse en el aspecto más analítico, dejando de lado la síntesis de las acciones de una obra narrativa.
Otro contraste está marcado por la extensión. En general, una reseña periodística no puede sobrepasar quizá de cuatro o cinco carillas; en cambio, un ensayo erudito suele abarcar muchas páginas. La primera se encuentra impregnada por la subjetividad del articulista; el segundo intenta materializar una mayor objetividad, la cual –como sabemos— no puede ser absoluta.
El mercurio de Chile tiene uno de los suplementos culturales más interesantes en Latinoamérica y está dedicado, en buena parte, al comentario de libros.
Hojeando la mencionada publicación, observé que las reseñas periodísticas las elaboran los expertos, quienes adecúan su lenguaje para dirigirse al gran público. Lo mismo sucede en la revista cultural Ñ de El clarín de Argentina.
En el Perú, tenemos pocos diarios que poseen una sección destinada al comentario de las publicaciones más recientes: El comercio, La república, El correo, El expreso y La industria, entre otros. Pienso que falta una mayor especialización en nuestro periodismo cultural. Por ejemplo, aquel que hace una crítica de una puesta teatral, no debería realizar una reseña de un poemario. De otro lado, el articulista que comenta una muestra pictórica, no debiera abocarse a emitir su opinión razonada acerca de un concierto de la Sinfónica. Claro, nos dirán que no hay dinero para esas cosas y que, por lo tanto, las empresas periodísticas deben ahorrar para asegurar sus ganancias. Entonces, vemos nuevamente cómo el culto a los valores económicos impide que podamos cumplir cabalmente con la tarea de difundir la cultura en nuestro país.
(Foto: carátulas de la revista de investigaciones humanísticas Patio de letras, dirigida por el poeta Marco Martos)
Comentarios
Espléndida dice:
Prof. Fernández:
Después de asistir a Des-encuentros de Vanguardia en San Marcos de hace tres semanas, francamente no sé a qué cultura se refiere Ud. De lo que sí estoy segura es que en los diarios limeños rara vez se hace una objetiva divulgación de nuestra heterogénea literatura