PLANTEO DEL POEMA / JOSÉ WATANABE
Yo quería escribir un poema,
un estudio del canguro hembra que termina de procrear su cangurito
en una bolsa membranosa que lleva a guisa de delantal.
Ampliando un poco la imagen
debía identificar esa bolsa materna con mi dormitorio.
Y dentro de la bolsa de dormitorio estaría mi hija recién nacida
y un tanto edípicamente yo mismo. Mi mujer,
la cangura, debía administrar esa bolsa de cemento como parte de
su cuerpo,
estableciendo su maternalismo sobre ambos, incluso sobre las cosas.
Cuando llegó mi hija yo sospeché esta conversión, y tuve miedo.
Mi hija pudo tener alas y largarse por la ventana
pero decidió ser como papá y mamá que no saben volar.
Por eso fue menester que la habitación se convirtiera en marsupia
donde ella terminaría de criarse arrojándome sus olores
de talco y caca, y convirtiendo los bellos pechos eróticos de mi
cangura
en pechos nutricios.
También debía hablar de mis actitudes de mono alrededor de su cuna
diciéndole “cara de poto”, pero babeante, pero progenitor,
pero a sus órdenes.
Yo debí escribir ese poema. Espero hacerlo algún día.
De El huso de la palabra (1989)
Yo quería escribir un poema,
un estudio del canguro hembra que termina de procrear su cangurito
en una bolsa membranosa que lleva a guisa de delantal.
Ampliando un poco la imagen
debía identificar esa bolsa materna con mi dormitorio.
Y dentro de la bolsa de dormitorio estaría mi hija recién nacida
y un tanto edípicamente yo mismo. Mi mujer,
la cangura, debía administrar esa bolsa de cemento como parte de
su cuerpo,
estableciendo su maternalismo sobre ambos, incluso sobre las cosas.
Cuando llegó mi hija yo sospeché esta conversión, y tuve miedo.
Mi hija pudo tener alas y largarse por la ventana
pero decidió ser como papá y mamá que no saben volar.
Por eso fue menester que la habitación se convirtiera en marsupia
donde ella terminaría de criarse arrojándome sus olores
de talco y caca, y convirtiendo los bellos pechos eróticos de mi
cangura
en pechos nutricios.
También debía hablar de mis actitudes de mono alrededor de su cuna
diciéndole “cara de poto”, pero babeante, pero progenitor,
pero a sus órdenes.
Yo debí escribir ese poema. Espero hacerlo algún día.
De El huso de la palabra (1989)
Comentarios
D.A.
http://www.lapaginadecarosdewil.blogspot.com/
Eres tú
y tu eres Otra
y sin embargo
mueves tus bracitos
como yo
gesticulas al hablar
como yo
moviendo la cabecita
como yo
entonas tus frases
- aún inconclusas e incorrectas-
como yo
bailas, te meneas, te sacudes
como yo
Y sin embargo
Tu eres Otra:
deseo propio
riesgo propio
tiempo propio
idea propia
Dónde terminas Tú
y dónde comienzo Yo?
Dónde termino Yo
y dónde comienzas Tú?
Milagros Salcedo
Interesante poema, pero (con la mayor cordialidad del caso) yo eliminaría los diminutivos porque está sobreentendido que, si se habla de u niño, se alude a partes corporales pequeñas.