EL CONCEPTO DE BELLEZA, SEGUN CHARLES BAUDELAIRE
Mucha gente atribuye la decadencia de la pintura a la decadencia de las costumbres. Este prejuicio de taller, que ha circulado entre el público, es una mala excusa de los artistas, pues ellos estaban interesados en representar sin tregua el pasado; la tarea es más fácil y la pereza encontraba allí lo suyo.
Es cierto que la gran tradición se ha perdido y que la nueva no está formada aún.
¿Qué era esa gran tradición sino la idealización ordinaria y acostumbrada de la vida antigua, vida robusta y guerrera, estado de defensiva de cada individuo que le daba la costumbre de los movimientos serios, de las actitudes majestuosas o violentas? Agregad a eso la pompa pública, que se reflejaba en la vida privada. La vida antigua representaba mucho; estaba hecha sobre todo para el placer de los ojos, y ese paganismo cotidiano sirvió maravillosamente a las artes.
Antes de investigar cuál puede ser el lado épico de la vida moderna, y de probar con ejemplos que nuestra época no es menos fecunda que las anteriores en motivos sublimes, se puede afirmar que, puesto que todos los siglos y todos los pueblos han tenido su belleza, nosotros tenemos inevitablemente la nuestra. Es algo que está dentro del orden.
Todas las bellezas, como todos los fenómenos posibles, contienen algo de eterno y algo de transitorio, de absoluto y de particular. La belleza absoluta y eterna no existe, o más bien no es más que una abstracción descremada en la superficie general de las bellezas diversas. El elemento particular de cada belleza proviene de las pasiones, y como nosotros tenemos nuestras pasiones particulares, tenemos también nuestra belleza.
Charles Baudelaire. Crítica de arte, pp. 111-112.
Mucha gente atribuye la decadencia de la pintura a la decadencia de las costumbres. Este prejuicio de taller, que ha circulado entre el público, es una mala excusa de los artistas, pues ellos estaban interesados en representar sin tregua el pasado; la tarea es más fácil y la pereza encontraba allí lo suyo.
Es cierto que la gran tradición se ha perdido y que la nueva no está formada aún.
¿Qué era esa gran tradición sino la idealización ordinaria y acostumbrada de la vida antigua, vida robusta y guerrera, estado de defensiva de cada individuo que le daba la costumbre de los movimientos serios, de las actitudes majestuosas o violentas? Agregad a eso la pompa pública, que se reflejaba en la vida privada. La vida antigua representaba mucho; estaba hecha sobre todo para el placer de los ojos, y ese paganismo cotidiano sirvió maravillosamente a las artes.
Antes de investigar cuál puede ser el lado épico de la vida moderna, y de probar con ejemplos que nuestra época no es menos fecunda que las anteriores en motivos sublimes, se puede afirmar que, puesto que todos los siglos y todos los pueblos han tenido su belleza, nosotros tenemos inevitablemente la nuestra. Es algo que está dentro del orden.
Todas las bellezas, como todos los fenómenos posibles, contienen algo de eterno y algo de transitorio, de absoluto y de particular. La belleza absoluta y eterna no existe, o más bien no es más que una abstracción descremada en la superficie general de las bellezas diversas. El elemento particular de cada belleza proviene de las pasiones, y como nosotros tenemos nuestras pasiones particulares, tenemos también nuestra belleza.
Charles Baudelaire. Crítica de arte, pp. 111-112.
(Caricatura del poeta por Nadar en 1855)
Comentarios
Saludos.
Satanizar el presente no es la salida, siempre sobresale alguien aunque pueden haber etapas mediocres dominantes como etapas de gloria.
Uno es libre de amar un tipo de belleza pero existe belleza universal: la que compromete todas las metas del arte en relación. Saludos.
MARIO