Nuevos enfoques sobre la eterna poesía de César Vallejo
La poesía de César Vallejo (1892-1938) ha
motivado innúmeros comentarios. Se han publicado más de setenta libros sobre su
obra, además de miles de artículos en diferentes idiomas. Se trata de la cumbre
de la literatura peruana, es decir, el nombre más ilustre de esta última. Hace
unos años, Roberto Paoli dijo que Trilce era,
quizá, el poemario más relevante de la vanguardia posbélica en el ámbito mundial.
En
2014 se realizó un coloquio internacional sobre la obra vallejiana que congregó
a especialistas de distintas partes del orbe. Gladys Flores Herrera, en tanto editora,
ha dado a conocer Vallejo 2014. Actas del
Congreso Internacional Vallejo Siempre (Lima: Cátedra Vallejo, 2014-2015)
que reúne, en tres volúmenes, las intervenciones de expertos de la talla de Raúl
Bueno, Alain Sicard, Ricardo González Vigil, Antonio Melis, Stephen Hart, James
Higgins, entre otros.
En
el primer tomo, podemos leer la ponencia de González Vigil, quien reflexiona
sobre la polisemia del “Yo no sé!...” que aflora en el célebre poema “Los
heraldos negros”. Antonio Melis indaga por la estética del fragmento que se
manifiesta en las libretas de apuntes que dejó el poeta de Santiago de Chuco.
James Higgins afirma sin ambages que “La poesía de Vallejo refiere vivencias
universales y abarca los grandes temas de la literatura occidental” (t. 1, p.
223). Stephen Hart analiza la relación entre la filosofía, la política y la
teología en la escritura vallejiana; asimismo, aborda las referencias a ciertos
autores como Aristóteles, Marx, Spinoza, entre otros filósofos, que aparecen en
la obra vallejiana.
En
el segundo volumen, está el ensayo de Miguel Ángel Rodríguez Rea que distingue el
método de análisis que Vallejo emplea en su tesis de bachillerato El romanticismo en la poesía castellana.
Ricardo Silva-Santisteban examina la correspondencia entre José María Eguren y
el autor de Poemas humanos.
Marie-Madeleine Gladieu asedia la representación del cuerpo sufriente en la
obra vallejiana poniendo de relieve la última sección de Los heraldos negros (“Canciones de hogar”) y los poemas de Trilce sobre la cárcel.
En
el tercer tomo, destaca el trabajo de Raúl Bueno, quien estudia, en “Un hombre
pasa con un pan al hombro”, la alternancia entre lo que llama el “interiorismo
patético” y el “contemplativo exteriorismo” (t. 3, p. 119). Alejandro Mautino
recalca la interdiscursividad (o carácter intertextual) de índole erótica entre
algunos poemas de Trilce para
plantear cómo hay una honda reflexión vallejiana sobre el acto sexual.
Definitivamente,
este libro abre un abanico de posibilidades para leer, con ojos nuevos, la siempre
fulgurante poesía de César Vallejo.
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