LA VIDA NO ES UNA TÓMBOLA DE SIU KAM WEN*/Por Santiago López Maguiña(1)


Esta es una novela que narra una historia de emigrantes chinos en el Perú, de aquellos que llegaron a sus escarpadas y áridas tierras en las décadas de los treinta, de los cuarenta y de los cincuenta. Son esos emigrantes que en Lima y en muchos otros lugares del Perú instalaron populares bodegas. Las bodegas del “chino de la esquina”, donde se vendía de todo, que funcionaban también como cantinas y cuyas trastiendas eran usadas tanto como almacenes y como viviendas. Entre las mercaderías que allí se amontonaban, armaban las habitaciones, la sala, el comedor, la cocina.
Algunos de esos emigrantes lograron el éxito económico y se integraron en la burguesía nacional; la mayoría, sin embargo, no llegó a esas altas posiciones. Muchos con el dinero que ganaron, emigraron a otros lugares o volvieron a China. Otros se mezclaron con la población nativa y formaron familiar mestizas, con diversos destinos. Otros más enraizaron sus familias en el Perú. Y otros finalmente fracasaron de distintas maneras.
La novela desarrolla cuatro historias principalmente: la primera es la de un joven que realiza su aprendizaje de la vida (en este sentido se presenta como una bildungsroman, una novela de aprendizaje) en un mundo extraño, y las tres otras historias se ocupan de peripecias biográficas que terminan en el fracaso y en la muerte. El joven, a quien se le ha asignado el nombre español de Héctor, tiene una biografía marcada por la oposición entre los deberes que su padre le impone y los deseos que para sí alberga. El padre es un hombre práctico para quien lo importante es el dinero, mientras que Héctor es un muchacho para quien lo importante es la lectura y la literatura. El valor del dinero es tan intenso para aquel, que no solo reprime la vocación del hijo, sino que impide que siga estudios por temor a que se convierta en un hombre de letras, que, de acuerdo con su axiología, entraña actividades inútiles, improductivas. Esa circunstancia hace de su vida un acontecer desgraciado, que se suma a las limitaciones económicas y materiales que el padre, como todos los jefes de las familias chinas propietarias de bodega, impone. Los jefes de familia están empeñados en hacer ahorros a costa de sacrificios máximos en todos los órdenes, pero, en particular, en los referidos a la vivienda, al vestido, a la educación, excepto si existieran razones utilitarias. En ese horizonte, obligado a realizar una vida dedicada al negocio, que lo ocupa casi todo el día, Héctor desarrolla una lucha por realizar sus deseos de estudio. Lee cuando puede y como puede, dentro de la estrechez que padece. Logra leer a los clásicos de la literatura china, por ejemplo, y lee asimismo a algunos clásicos de la novela europea del siglo XIX, a autores rusos y franceses. La vida no es una tómbola nos sorprende respecto de este punto proporcionando información acerca de la vida cultural de los emigrantes chinos en el Perú. Nos hace saber de la existencia de librerías en Lima, donde se vende literatura de China, novelas tanto populares como clásicas, y traducciones al chino de narrativa occidental.
Resumiendo la historia de Héctor, este consigue lo que busca gracias a sus propios esfuerzos y especiales condiciones. Contra lo que el padre quiere para él, logra terminar sus estudios secundarios e ingresar a la universidad, donde, sin embargo, emprende estudios en una carrera que no lo entusiasma. Estudia contabilidad, acercándose con ello a los deseos del padre, aunque después hace también estudios de literatura, pero de un modo parcial.
Cada una de las fases de la etapa de la vida de Héctor narrada en la novela está marcada por la adquisición de alguna enseñanza, gracias al empeño que pone en obtenerla, o gracias al azar de la existencia o de las determinaciones del medio en que le toca vivir. Uno de los momentos más traumáticos se produce cuando el padre lo saca del colegio y le corta la posibilidad de ganar los conocimientos que le permitieran acercarse más a las letras y a la cultura, y que le dieran la capacidad necesaria para ingresar a la universidad. Para luchar contra esa adversidad y a pesar de las restricciones de las jornadas laborales que debe cumplir, Héctor se esfuerza en estudiar por su cuenta y sigue leyendo.
Las enseñanzas más significativas las encuentra en las experiencias de vida de las que le toca ser testigo. Hay varias, pero tres son las más destacadas. Antes de ocuparnos de ellas, nos parece conveniente decir que todas esas experiencias son las de emigrantes que fracasan en su empeño de salir de los lugares oscuros y estrechos donde están establecidos, y de alcanzar el éxito económico. La filosofía de vida que rige su existencia es la de acumular riqueza con el fin lograr seguridad. Aunque hay emigrantes que hacen uso del dinero en una vida más cómoda, los emigrantes, en general, sufren un intenso sentimiento de desarraigo que se ve acentuado por la imposibilidad de regresar a la tierra de origen por razones políticas, pues en China impera el régimen comunista de Mao Tse Dong, y en casi todos no alberga sueño inmediato de volver a su tierra natal. Pero, en cambio, sí muchos aspiran a salir de país por diversas razones. El deseo de irse del Perú se torna imperativo cuando se produce en el Perú el golpe militar de Velasco Alvarado y se inician las reformas sociales que les hace temer la llegada del socialismo. En la historia inmediata de los emigrantes chinos están frescas las situaciones traumáticas de las violentas políticas aplicadas en la construcción del socialismo, los juicios populares y las ejecuciones, que años después parecen también producirse en el Perú cuando empiezan las acciones de Sendero Luminoso. Dicho sea de paso, la novela cubre un arco temporal que va de principios de los sesenta hasta casi mediados los noventa. Desde el punto de vista de su enunciación, la novela se sitúa estos últimos años y tiene, como toda biografía, un carácter retrospectivo. Más adelante volveremos sobre la dimensión enunciativa del texto. Ahora seguimos con el rápido recuento de sus enunciados narrativos más destacados.
Las tres historias son bastante ricas: una de ellas es la de una joven muy bella pero incapaz de decidirse a formar pareja, luego de varias pruebas, que incluyen una que la lleva a Las Vegas en Estados Unidos, termina soltera y tanto encargada de la bodega familiar como de su anciana madre. El hermano, que era el cabeza de familia, ante los cambios del gobierno de Velasco que indican que pueda venir una transformación comunista, se marcha a Estados Unidos con su esposa e hijos, dejando a la hermana y a la madre encargadas de mantener la bodega, que es un encargo que las ata a una labor ingrata y que las estropea física y psicológicamente. El relato parece proponer que la muchacha, Magie, se hubiera condenado a terminar llevando la vida gris y estéril de bodeguera como consecuencia de los valores regentes de los emigrantes chinos en el Perú: el trabajo en su dimensión más práctica, la privación de los placeres inmediatos, la inhibición e, incluso, la renuncia a una vida individual propia, la circunspección en los hábitos, en los atuendos, en el entretenimiento. El sacrificio en aras de un bienestar familiar extremadamente discreto y basado en un exigente sentido del sacrificio, que pospone indefinidamente el disfrute. Los placeres máximos en ese mundo constituyen los pequeños deleites de la vida cotidiana, la comida – de la que, sin embargo, se habla poco –, las horas de sueño, la siesta, las celebraciones y las fiestas, casi siempre muy discretas, de la comunidad china. La vida parece estar determinada por pasiones que valorizan la restricción, la medida, la prudencia extremas, llevadas al punto en que la hacen miserable en pos de un futuro de bienestar que no tiene un claro escenario final. Algunos emigrantes chinos tienen nítidos proyectos, signados por el progreso y el disfrute, pero los más, en cambio, parecen estar empeñados en atesorar con un propósito indefinido. Pero también uno puede colegir que la filosofía que orienta su vida está determinada por una suerte de imperativo al trabajo por el trabajo. Dicho sea de paso: contra ese imperativo, que un lacaniano encontrará del orden del goce, se rebela el personaje principal de la novela y, en cierta forma, aquellos personajes que sucumben en ese esfuerzo.
La biografía de Maggie parece, asimismo, ilustrar el derrotero de un ser excepcional determinado por fantasías cuya realización escapa a las posibilidades que el medio donde vive no solo no le permiten sino que además lo prohíben.
Otra historia es la de Elías, tío de Héctor, que es el último de los tres hermanos que forman la familia emigrante, “el tercero”, que llega a Lima. Es el hermano perturbador, de quien los otros no tienen confianza. Sucede que, como Héctor, es un personaje con inquietudes artísticas y literarias. Elías, como todos los demás miembros de la familia, también se inmersa en el trafago de la vida cotidiana organizada en torno a los negocios de la tienda. Catorce horas de trabajo, una hora de descanso al medio día, etc. Es de destacar que la vida de este personaje tiene varios momentos singulares. De hecho es singular en su familia por su vocación artística y su corta biografía presenta matices de aventura. Lo más significativo es la relación de amistad y de amor que mantiene con la bella Maggie, a pesar de la diferencia de edad que los separa y que no envuelve el sexo. Es una relación difícil, con una mujer compleja y resistente a las relaciones afectivas, que termina en nada. La relación que comienza cálida se va enfriando y acaba por disolverse sin trágicas consecuencias. También es significativo que tras esa relación Elías logra independizarse de su hermano, pone una bodega, pero con mala suerte. Pronto cerca de la suya se levanta un supermercado con la que es imposible competir. La frustración que le produce el hecho, añadido a la vida agitada que empieza a llevar, y que incluye la frecuentación de burdeles y de una joven de muy mala reputación, más el consumo de bebidas, acaban por afectar su salud y el hombre muere de un derrame cerebral.
Hay una tercera historia, la de un joven hijo de un emigrante próspero, que llega con el antecedente de haber sido miembro de la mafia china de Hong Kong. Es un hombre disoluto y grosero, pero simpático y agradable, que alardea con su pasado y con sus hazañas sexuales. También se ve comprometido con Maggie, ante cuyos encantos sucumbe a su manera. No se enamora de un modo dramático, sino sensual y hasta diríamos pragmático. Sus pasiones son sobre todo sexuales. Es quien logra vencer la virginidad de Maggie, cuando estaba avanzaba en los treinta años. Pero no encuentra en ella una pareja que responda pues se muestra seca y fría. Este singular personaje intenta formar una banda mafiosa, con otro personaje de igual orientación delincuencial. Con amenazas cobran cupos a los comerciantes chinos. Rápidamente, sin embargo, es capturado y enviado a prisión, donde es asesinado sospechosamente. El narrador refiere que su muerte talvez había sido alentada por los comerciantes amenazados.
La novela presenta la vida de otros personajes, que repiten con variantes el sentido que dirige la vida del padre. Vidas determinadas por el esfuerzo de hacer una fortuna y por el sacrificio respecto a los placeres inmediatos. Por lo tanto, vidas monótonas y carentes de emociones eufóricas. Vidas tediosas, en pocas palabras, que sucumben en la ausencia de sentido.
Hay una línea temática y narrativa que es interesante destacar. Héctor es de los pocos emigrantes chinos que logra salir del círculo cerrado de su comunidad. En su propósito de estudiar, que es tanto un modo de rebelarse contra el dominio del padre, como una condición liberarse y escapar de su tutela, como también un valor en sí, se vincula y se integra en la heterogénea comunidad limeña. Adquiere nuevas amistades y toma conocimiento casi íntimo de muchas personas. Nos interesa sólo destacar un aspecto de ese conocimiento. La mayoría, sino todos, son también como él emigrantes, y en los dos sentidos que Antonio Cornejo Polar precisa: se han establecido o están de paso en tierra ajena, y han pasado además al uso de una lengua que no es la suya. En el primer sentido, casi todos los habitantes de Lima son de un lugar diferente, son provincianos, y en el segundo sentido, para algunos de ellos su lengua nativa no es el castellano. Parece postularse que en la capital del Perú quienes la habitan son emigrantes, que viven en un lugar extraño y que hablan una lengua que no es la suya. En ese contexto, Héctor se asume como un emigrante, pero que tiene una voluntad de integrarse en la tierra que lo acoge, especialmente gracias a su amor por la lengua.
La novela se presenta como una crónica, aunque a la vez tiene un explícito carácter ficticio. Al final el enunciador que a lo largo del relato se ha mantenido en una posición de mira similar a la de los personajes de la historia (homodiegética en la terminología de Gérard Genette), en especial de Héctor, su focalización es tanto externa como interna. El enunciador sabe lo que pasa en el interior de la historia, sabe lo que creen, lo que saben, lo que deben, lo que quieren hacer, etc. los personajes, pero a vez los presenta como si fuera externo y ajeno a ellos. En las últimas páginas de La vida no es una tómbola, sin embargo, el enunciador revela que ha narrado la crónica de una secuencia importante de su propia vida. De ese modo adquiere la condición de una autobiografía. Pero lo más importante aun es que en esas últimas páginas expone lo que sería una suerte de poética: su preferencia por una narrativa no experimental, lo que marca el carácter cronístico de su relato, casi lineal y cronológico, y hecha mediante una prosa narrativa neutra y plana. El enunciador no despliega narradores distintos ni sobre todo estilos narrativos diferentes. La mimesis por eso no ofrece las figuras propias del habla natural. Lejos estamos de experimentaciones como las que desarrollara Arguedas, en particular en su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo. Esa restricción nos hace soñar en una novela similar a ésta para transmitir la experiencia extraterritorial de los emigrantes chinos en el Perú. Pero estamos en tiempos de restauración y lo que impera en la literatura es el orden lineal, la transparencia, el conservadurismo de las estrategias y los estilos discursivos.

*Kam Wen, Siu. La vida no es una tómbola. Lima: UNMSM, ediciones del Vicerrectorado Académico, 2008. 295pp.


(1)Profesor de la Universidad de San Marcos y de la Universidad de Lima.



Comentarios

ZERVAUD dijo…
HOLA CAMILO FERNÁNDEZ COZMAN TENEMOS ALGO EN COMUN EN NUESTRA ESENCIA , ES QUE LOS DOS SOMOS DE LA I.E. "NICANOR RIVERA CÁCERES" TU EN TU OPORTUNIDAD CORRESPONDIENTE DE 1982 Y YO AÚN ESTOY EN ESTE AÑO EN EL COLEIO CURSANDO EL 5TO AÑO "A" DE SECUNDARIA MI NOMBRE ES STANLEY LUCIANO ZEVALLOS PITZUHA Y SOY EL ALCALDE ESCOLAR DE LA I.E "N.R.C." , QUISIERA PODER COMUNICARME DIRECTAMENTE CON USTED PARA CONOCERLE Y SOLICITARLE FORMALMENTE DETERMINADAS COSAS SI ES QUE ESTÁ EN SUS POSIBILIDADES AYUDARNOS , YO COMO ALCALDE TENGO PLANES , PROYECTOS PERO MUCHAS VECES MI VOLUNTAD PIERDE ANTE LA INDIFERENCIA DE ALGUNOS Y LA FALTA DE APOYO .
SIENDO MI OBJETIVO CENTRAL DEJAR ALGO VITAL ANTES DE IRME SOLICITO SI SE DA LA OCASION DIALOGAR CON USTED , SIGA CON SUS EXITOS

ZEVALLOS PITZUHA STANLEY LUCIANO
ALCALDE DE LA I.E "N.R.C." BCO.
- 2009
CORREO :
LUCIANO -13-1993@HOTMAIL.COM
Estimado Stanley: mi correo es ensayo00@yahoo. com; mi puedes escribir al respecto. Saludos. Camilo
Unknown dijo…
Muy interesante. La cultura oriental siempre ha tenido una perspectiva diferente de la vida.
Valdrá la pena leerlo.
Saludos.
Anacarsis Klooth
www.planlector.blogspot.com
Pollo dijo…
Me soplé el libro. Mi opinión aqui

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