UN SEÑOR LLAMADO MARTÍN ADÁN


Creador del antisoneto, autor de una tesis doctoral insólita (De lo barroco en el Perú) y de una novela vanguardista (La casa de cartón), Martín Adán es un nombre imprescindible de la poesía latinoamericana. Supo asumir la vanguardia sin dejar de lado las formas estróficas tradicionales: sus sonetos de raigambre gongorina conviven con imágenes de temple experimental. Su precocidad no tuvo límites: escribió La casa de cartón cuando cruzaba el umbral de la adolescencia. Allí se observan las huellas de un lector pertinaz que conocía al dedillo las innovaciones de las narrativa vanguardista. Ahora (es decir, en 2008) hubiera cumplido 100 años. Si algo me parece cautivante en la obra de Adán es su carácter insólito. Creo --a riesgo de equivocarme, por cierto-- que los tres poetas más insólitos de la literatura peruana son Adán, Vallejo y Belli. Pongamos algunos ejemplos: "Quedéme a calentar la tinta en que me ahogo" (Vallejo); "Frunce el feto su frente" (Belli); y "-Deidad que rige frondas te ha inspirado,/ ¡Oh paloma pasmada y sacra oreja!" (Adán). En todo gran escritor se perciben, con claridad meridiana, los rastros de la tradición literaria. En la poesía de Adán se observa a Góngora conversando amenamente con André Breton o Guillaume Apollinaire. Como si la estructura barroca hubiera sido revitalizada por el hálito vanguardista. Si tuviera que escoger algunos versos de Adán para cerrar este breve comentario, elegiría los siguientes:


La cosa real, si la pretendes,
No es aprehenderla sino imaginarla.
Lo real no se le coge: se le sigue.
Y para eso son el sueño y la palabra.

Comentarios

Bz dijo…
Muy buenos versos escogidos para dejar en claro que Martín Adán es un escritor no sólo original en forma también vital en contenido.

Saludos,
Anónimo dijo…
Ud. sí que sabe elegir los versos más representantivos.
Saludos.
Anónimo dijo…
Profesor Camilo:
El gran poeta Alejandro Romualdo ha muerto en condiciones extrañas, anciano y olvidado por muchos. Ojalá pronto pueda dedicarle usted algún estudio, a manera de homenaje póstumo. En verdad se lo merece. Saludos para usted, de uno de sus lectores.

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